La audiencia empática
Nuestro cerebro posee un tipo de neuronas que los científicos han denominado neuronas espejo. Cuando percibimos una acción o situación, estas células se activan de la misma forma que cuando la realizamos nosotros.
Así, si vemos a alguien reír, se activan, y favorecen que imitemos la acción. ¿Te suena la risa contagiosa? No sería la primera vez que nos reímos sencillamente porque vemos a alguien hacerlo, ¿verdad?
Los sentimientos, acciones, emociones… todo ello participa en esta labor de las neuronas espejo, que favorecen la empatía, la emulación, la imitación.
Y, aplicando este concepto, ¿qué pasaría si comienzas tu charla y Hablar en público con muchos nervios?
¡Exacto! La audiencia empatizará contigo, se pondrá nerviosa y estará incómoda.

Somos transparentes
Quizás sea culpa de las neuronas empáticas, o puede que las personas somos más perceptivas de lo que ni siquiera sospechamos.
Pero, cuando hemos de salir y enfrentarnos a nuestra audiencia, tratar de ser quienes no somos puede provocar un desastre de magnitudes considerables.
En la mayoría de los casos, salvo que dispongamos de una formación especial como actores, se nos verá el plumero.
La gente percibirá que vamos forzados, y eso generará sentimientos negativos.
Asimismo, a hablar en público, el permanecer tranquilos, sonrientes, y seguros, provocará un efecto espejo muy deseable.
Y una vez que existe una conexión, nos será mucho más fácil transmitir nuestras emociones, sentimientos, ideas…

En un momento de hablar en público, la audiencia nos imitará. Cuando nos riamos con una anécdota, también lo harán. Cuando señalemos una idea básica, realzándola con la voz y en el discurso, prestarán mayor atención y la recordarán con más facilidad.
Es decir, habremos alcanzado un punto empático en nuestro vínculo que nos permitirá lograr un estado perfecto para la comunicación.
Si nos preparamos correctamente, nos será cada vez más fácil conseguir este punto “dulce” en nuestras presentaciones.
Gánate a tu público ganándote a ti mismo
Puede parecer algo extraño, pero si quieres un público que se divierta con tu presentación, que se sienta cómodo, y que se interese por lo que vas a contar, deberás empezar primero por ti. Si tú no te diviertes, no estás cómodo y tranquilo, y no muestras todo tu interés… ¿cómo van a hacerlo los que te escuchan?
Es más… si vives tus emociones positivas, las pones en el estrado o escenario con fuerza y seguridad, no tendrás que fijarte si tu audiencia está contigo: lo sabrás antes de empezar.
Eso sí, posiblemente la veteranía en este caso juegue un papel importante con respecto a la confianza, pero también la preparación y el conocimiento de diversos trucos y técnicas para ello.
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