Lo primero que debemos saber sobre el miedo a hablar en público es que es algo tremendamente frecuente. Y no sólo entre gente normal y anónima, sino también entre personajes famosos, políticos, empresarios… No tiene nada de raro que incluso personas dotadas para la oratoria deban superar inseguridades o pulir su técnica.
Para que se hagan una idea de lo normal que es este temor, un estudio del año 2015 realizado por el Instituto Nacional de la Salud Mental (EEUU) reveló que, de todos los estadounidenses que sufrían algún tipo de fobia, el 74% sentían pánico a hablar en público, convirtiéndola en la fobia más común en ese país, seguida por el temor a la muerte. ¿Qué quiere decir esto? ¡Que a veces el tipo que tiene que hacer una elegía en un funeral preferiría estar en el ataúd!
¿QUÉ CAUSA EL MIEDO A HABLAR EN PÚBLICO, Y CÓMO SUPERARLO?
El miedo a hablar en público puede tener muchas causas. Seguramente la principal de ellas sea la falta de costumbre. Al fin y al cabo, casi siempre hablamos con individuos que nos son familiares y con grupos pequeños, que raramente superan la media docena de personas. Nada que ver con una sala con cientos de ojos y oídos mirándonos. También pueden contribuir factores como la timidez, la falta de seguridad personal… No se preocupe, ninguno de ellos son insuperables. A continuación vamos a ver algunas de las técnicas para superar el miedo a hablar en público:
Respiración pausada: Respire profundamente por la nariz contando hasta 4, luego espire lentamente por la boca, contando hasta 8. Esto es algo que puede ayudarle especialmente en los momentos previos a acceder a la tarima.
Agite los hombros y los dedos de los pies: Los hombros son una de las zonas del cuerpo donde más tensión se acumula. Si los agita con cierta energía antes de la presentación, su cuerpo estará más suelto y relajado.
Ciertos estudios afirman que los niños agitan los dedos de los pies cuando se emocionan, y algún orador célebre asegura que hacer esto antes de un discurso le ayuda a reducir la ansiedad. Quizá suene extraño, pero si agitar los dedos de los pies puede ayudarle, ¿por qué no intentarlo? ¡Además, nadie le verá hacerlo!
Diálogos internos: Dígase cosa positivas, tales como “soy un buen orador”, “le gusto a la gente”, “me gusto a mí mismo” (¡esperamos que sea cierto!), etc.
Permanezca en postura recta: Imagine una cuerda que conecta su cabeza con el techo, manteniéndolo recto y confiado. ¡Ojo, debe imaginar una cuerda, no una horca!
Desdramatice a su público: Son gente normal y corriente, piérdales el miedo. Hay técnicas que parecen tópicas y tontas, pero que suelen funcionar, como imaginar que todos ellos le deben dinero o que están en ropa interior (o desnudos, si su imaginación es más erótica).
Recuerde algo importante: el público está deseando que usted lo haga bien y que les cuente algo interesante, no aburrirse como ostras. ¡Toda la sala está a su favor! Es más, muchos de los que le escucharán son personas amistosas, interesantes e inteligentes. Véalos con simpatía, trate de conectar con ellos y de transmitirles sinceramente su idea. Eso le ayudará a sentirse mejor.
RECUERDE
La buena forma mental, al igual que la forma física, requiere que nos ejercitemos y que practiquemos una y otra vez. Aplicando repetidamente las técnicas de relajación que hemos detallado, acabará aumentando de forma notable sus niveles de confianza antes de una charla en público. ¡Y hay muchas otras cosas que puede hacer para mejorar!