Quien no sabe expresar sus ideas y conocimientos con claridad tiene menos oportunidades de éxito en su actividad o profesión. Afortunadamente, no se trata de una capacidad innata de la persona, sino que es algo que podemos aprender y potenciar. Un buen orador o comunicador desarrolla sus habilidades comunicativas mediante la formación adecuada, el dominio de una serie de técnicas, y una práctica constante. Las ventajas son diversas e importantes:
✦ El saber hablar en público te brinda la oportunidad de expresarte de una forma integral y eficaz delante de grupos de personas.
✦ A medida que practicas el arte de hablar en público, la confianza en ti mismo se refuerza.
✦ Fortalece el carácter, la inteligencia emocional y tu imagen profesional.
✦ Potencia la memoria y rejuvenece tu mente.
✦ Facilita tus relaciones interpersonales, como ocurre con la inteligencia emocional.
✦ Favorece una imagen de autoridad ya que la transmisión de ideas y conocimientos se realiza de una forma más efectiva, y esto fomenta la percepción en los demás de que eres una persona inteligente.
✦ La práctica constante de esta actividad te ayuda a aumentar tus ingresos económicos y te permite disfrutar de una mejor calidad de vida.
✦ En momentos de presión, te ayuda a mantener la calma.
✦ Refuerza la personalidad, proporcionando así más energía y entusiasmo a la hora de entrar en acción.
✦ Además de todo lo anterior, este conocimiento práctico proporciona muchos otros beneficios.
Las 10 recomendaciones para tus próximas presentaciones
- Investigación: Para poder realizar una labor comunicativa efectiva debes tener los conocimientos adecuados del tema que estés tratando. Asegúrate de disponer de fuentes fiables y de calidad, investiga y llega a tus propias conclusiones. Debes tener en cuenta que la profundidad debe ser mucho mayor de lo que en principio pretendes comentar. Por ejemplo, si tuvieras que hablar en público durante 3 minutos, deberías estar preparado para conversar durante 3 horas.
- Céntrate en ideas concretas: Ayuda a tu audiencia a captar el mensaje, usa tu inteligencia emocional, añade relatos, utiliza el humor y otros refuerzos que permitan conectar al público con la idea central. Todo lo que sobra debes eliminarlo. Demasiadas ideas confunden a la gente.
- Organiza las ideas de forma lógica: Una presentación bien organizada permite que las ideas se absorban con un mínimo esfuerzo mental. Crear conexiones lógicas es mostrar un dominio absoluto sobre el tema que estás exponiendo.
- Emplea citas, hechos y estadísticas: Los datos contrastados, fuentes fidedignas, mención a personajes universalmente conocidos… todo ello refuerza tu mensaje y le da credibilidad. Eso sí, debes explicarlo con sencillez, y evitar un exceso de datos, que crea confusión.
- Usa las metáforas: Las metáforas ayudan a la comprensión del mensaje que tratamos de transmitir. En ocasiones, pueden resultar mucho más efectivas que el lenguaje directo, ya que presentamos una situación o ejemplo que el oyente conoce bien, extrapolándolo por similitud a lo que estamos diciendo nosotros.
- Cuenta un relato: Los relatos son una de las herramientas más útiles. Permiten mantener la atención de la audiencia, y gozan de gran aceptación. Si nuestro relato es interesante y atractivo, y los puntos de tu intervención van bien engarzados con el mismo, conseguirás que tu exposición sea una experiencia memorable.
- Varía el ritmo, la velocidad, el tono y el volumen de tu voz: Huye de la monotonía, evita en todo momento que la gente se aburra o acabe oyendo tus palabras como un ruido de fondo sin sentido. La audiencia se congelará. Para evitarlo, tu voz debe ser flexible, usa tonos altos, medios y susurros. No hay nada mejor para cautivar a la audiencia que un buen uso de la voz.
- Dibuja imágenes con tus palabras: Las palabras pueden evocar imágenes que sintetizan gran parte de tus ideas en un momento. Haz que el público imagine lo que dices. Por ejemplo: “tus palabras son hojas cayendo de un árbol”, “me siento como un tigre saltando en paracaídas”, “Juan resopló como un huracán cuando llegó a la cima de la montaña”.
- Acompaña tus palabras con gestos: Los gestos deben complementar tus palabras de un modo coherente, lógico, sin exageraciones, pero con énfasis. Si por ejemplo le indicas a tu público cómo de grande era el pez abriendo tus brazos, les llegará la idea de una manera más rápida y captarás su atención, evitando que se despisten. El buen uso de los gestos es una de las claves más importantes del lenguaje corporal.
- Utiliza apoyos audiovisuales y objetos: Siempre que te permitan transmitir mejor tus ideas y agilizar la presentación, no dudes en utilizar un proyector, una pizarra, objetos diversos, grabaciones de audio, vídeos… Si ayuda a que el público preste atención y capte mejor el mensaje, bienvenido sea. Eso sí, prepáralo todo muy bien para no llevarte sorpresas mientras haces la presentación.