“Consejos para crear un ambiente laboral mas agradable y productivo”
La clave del avance en las empresas prósperas y productivas, ya sean pequeñas o grandes corporaciones, son las relaciones laborales, las buenas por supuesto, cuando las tareas de cada empleado son, además de una obligación, un gusto, entiéndase, ejecutadas con agrado, sintiéndose bien quien las realiza. La psicología se ha referido una y mil veces al rendimiento de un empleado feliz al hacer su trabajo, pero también lo vemos en nuestra experiencia diaria.
Parece sencillo pero no siempre fácil de lograr
Pero ¿qué es y cómo sería un trabajo agradable, o unas relaciones laborales agradables?
Aquellas en que se ven sintetizados elementos como un ambiente laboral de distensión, con el menor número de fricciones entre los participantes, para producir la tan deseada empatía, la aceptación de cada uno respecto a los otros, aunque sus modos de proceder o de pensar sean distintos.
Pero también implica o supone un adecuado ambiente físico, si es el caso de empresas o fabricas cuyos objetivos de producción exigen la ubicación del personal en determinados sitios, generalmente cerrados.
En estos casos es fundamental una buena iluminación, adecuada ventilación, la existencia de tabiquería agradable, para separar los ambientes y las distintas fases del proceso, sin desunir o distanciar a quienes realizan el trabajo.
Las buenas relaciones laborales también van estrechamente ligadas con la armonía arquitectónica, en el sentido de combinar lo funcional o práctico con lo estéticamente agradable: acabados en paredes, adecuada techumbre, toldos que disminuyan la incidencia de luz, cuando es excesiva, plantas ornamentales o naturales adecuadamente distribuidas, mobiliario funcional o en buen estado pero también agradable, etc.
Si la empresa requiere del uso de recursos tecnológicos, como imprentas, laboratorios fotográficos o clínicos, por ejemplo, la misma debería contar con fondos para la adecuación de los mismos, sin que esto necesariamente implique una actualización total y constante. Se trata de un mínimo que permita cumplir con sus objetivos pues a lo largo de los procedimientos, lo más importante es la gente que allí trabaja, cuya capacidad y regularidad, aunque nunca infinita, puede compensar muchos déficits respecto a recursos materiales.
La empatía del jefe
Está muy de moda el término ‘gente tóxica’, es decir gente dañina, negativa, siempre viendo el lado malo de las cosas; pero también alguien tóxico es alguien envidioso, cizañero o que ‘lleva y trae’ chismes o cuentos falaces o distorsionados de un lado a otro. O peor, gente tóxica es quien presta oídos a este tipo de rumor dentro de la empresa, yendo entonces a comentarlo en la cafetería, en los talleres o entre los compañeros.
Las empresas suelen deshacerse en forma casi natural de este tipo de personas, pues no duran en los trabajos, dada la reputación que se granjean. Pero existen, y a veces no hay modo evitarlas, o resulta muy difícil. Eso ocurre cuando el tóxico es nada menos que el jefe.
Un jefe tóxico es aquel que compara en público a dos trabajadores, dejando a uno de ellos en una posición incómoda. Jefe tóxico es quien prefiere remarcar rasgos negativos de alguno de sus empleados, en vez de sus atributos. O quien mezcla asuntos laborales con otros ajenos; o quien no tiene un manejo adecuado de sus emociones y entonces grita o se muestra prepotente y cerrado a críticas o sugerencias. Por el contrario, el líder o buen gerente escucha pacientemente, analiza, toma en cuenta sugerencias, por tanto estimula la participación, favoreciendo la empatía y el sentimiento de importancia entre los suyos.
La combinación perfecta
La combinación perfecta para toda empresa, atentos los jefes, es la de competencia sin guillotina, digámoslo así. Se trata de que quien lidere la empresa, el gerente, deberá estimular la competencia sana entre los empleados, mediante el refuerzo de lo positivo y la ejecución de ayuda y consejo directamente al trabajador, cuando ocurre algo que ha dificultado o puede suponer una traba en el rendimiento de la empresa.
Expliquemoslo: el refuerzo de lo positivo, los premios al trabajador por algún desempeño extra, por un logro, por puntualidad o por constancia, le ofrecen el mensaje de: ‘sigue así, continúa…’, lo que beneficia a la empresa así como a él mismo, o a ella misma, se entiende. Si el o ella lo logran, si han recibido un bono extra, dos días hábiles de descanso, un desayuno, servicio de transporte por una semana, etc., otros trabajadores podrán decir ¿por qué yo no?
Y la competencia sana tras estos ‘bonos’ aparecerá más temprano que tarde. Y por otro lado, un trabajador cabizbajo por un error cometido, debería ser llamado aparte por el jefe, haciéndole ver el error, pero también ofreciéndole esa segunda oportunidad que a veces también pudiera resultar tan estimulante como el refuerzo hacia lo positivo. Por supuesto, siempre y cuando no se trate de acciones y actitudes como faltas severas o delitos.
Siempre en lo legal
Las relaciones laborales – las buenas – pasan del mismo modo, por no descuidar los aspectos legales. Y esto, al igual que la mayoría de los asuntos de una empresa, pasa primero por manos del jefe. Éste deberá tener, si no es él mismo, a alguien que lo asesore, no solamente para lo que respecta a contratación y delegación de responsabilidades, sino también asuntos como organización de los cargos, evitando la distribución de los mismos conforme a criterios ajenos a los propiamente empresariales.
Y algo importantísimo, su personal deberá sentirse satisfecho en lo que respecta por supuesto a salario, si lo hubiese, de conformidad con la ley; o de conformidad con la competencia en el mercado y en el ramo de la empresa.
Y por fin el manejo proactivo
En medio o tras toda empresa exitosa se encuentra siempre, un jefe, un conductor ejecutivo que siempre se mostrará proactivo, es decir, alguien que tomando la iniciativa, sugiriendo modos de hacer para cada tarea o para muchas de ellas, introduce creatividad, dando un efecto de renovación, de audacia y de ir siempre adelante.
La proactividad, aparte de no ser exclusiva del jefe, tiene un secreto: supone el manejo de una agenda de tareas basada a su vez y obviamente, en un calendario, con plazos para tiempos cortos, medianos y largos, y así no dilapidar ese recurso muchas veces desperdiciado o no tomado en cuenta.
Esa actitud de iniciativa es también un modo de hacer coaching ejecutivo, esto es, mostrar o enseñar con ejemplos, los modos de administrar tiempo, recursos y personal, para mirar la totalidad de los factores que generan el producto o servicio de su empresa.
El coaching ejecutivo o la ayuda de un especialista a un trabajador, para el manejo de sus cualidades tanto intelectuales como de destrezas o habilidades prácticas, es hoy día una constante entre los emprendedores que quieren desarrollar su proyecto o darle mayor alcance, cuando ya estan en el mercado.
Pero la regla de oro en la construcción de relaciones de trabajo es una muy simple: producir y producir, pero con la gente viéndola como es, personas y no piezas frías de una factoría.